miércoles, 12 de agosto de 2015

Los hijos y su sinceridad...

Hoy me he despertado con mi hijo pequeño, que como casi cada día, se viene a mi cama a acurrucarse un ratito conmigo antes de levantarnos del todo y me he acordado de una tontería que nos pasó este invierno.

Soy de esas mujeres que se depila con cuchilla, porque? pues por que vamos con prisa, por que si lo hago con cera, tengo la piel de burra y me salen por dentro y luego no hay quien los quite de ahí ni con piedra pómez o cualquier producto exfoliante que imaginéis o que inventen en la posteridad (vamos que o me arranco la piel a tiras o siguen dentro los muy cabrones), por que es fácil, ras, ras y pelos fuera, por que las cremas huelen mal y eso de oler a cortezas de cerdo cuando me depilo me da repelús, por que las tiras de cera fría se quedan pegotes de cera en las piernas durante días, que se me quedaban los pantalones pegados y cuando me los quitaba por la noche hasta me hacia daño y o bien había ronchones negros en mis piernas como si no me hubiera lavado en meses o trozos de mi propia piel en el pantalón (ríete tu de los exfoliantes de antes...) y por que la epilady, la silquepil o cualquier máquina del demonio, parecida, duele que es para morirse, a lo mejor a los de los anuncios que aun no les han salido los pelos de verdad, o que tienen dos contados, les puede valer, pero para los pelos de después de la cuchilla, esos negros, duros, gordos, de punta, como troncos amazónicos, para esos, duele que te quieres morir. Así que sigo con mi cuchilla de toda la vida, compro una femenina, no sea que las de toda la vida de los hombres no valgan para lo mismo en la cara que en mis piernas, pero ya que se han molestado en hacerlas de color morado y dar ese halo de glamour, pues las compro.

En invierno en casa nos damos algún que otro baño, los ecologistas no me matéis, mi bañera es pequeña, y es sólo de vez en cuando y con lo que ha llovido este año aquí realmente creo que he hecho un favor al vaciar un poco, que nos sale el agua por las orejas (si, ya se que hay sitios que no hay agua, pero no se la puedo mandar por correo, así que al menos la uso yo que si que puedo, que no por dejar de usarla aquí los de allá van a tener... y que de verdad que no son tantos, dejad de reconcómerme la conciencia!). Como decía nos dimos un baño y lo digo en plural ya que fue llenar la bañera y mi hijo pequeño pedirme, con los ojos del gato de Shrek si podía darse el baño conmigo, como negarse...

Entro primero en la bañera, me acomodo y enseguida entra el chiquitín, se acomoda, pero... no, parece que no termina de pillar la postura, se mueve, me da un golpe, se vuelve a colocar, le noto incómodo, se le empieza a retorcer la espalda y los costados y ya flipando por si le pasa algo, el agua quema (que me gusta calentita tirando a ardiendo, pero no para hacer quemaduras de tercer grado) y le pregunto:
-¿Qué pasa cariño? ¿Te acomodas ya?
-Ay Mami, ¡¡es que no puedo!!
-¿Cómo que no puedes? ¿Qué te pasa?
-No se mami, es que me ¡¡piiiinchas!!

Aún me rió ahora al recordarlo, llevaba como cuatro o cinco días sin depilarme y claro... tenia los pelos de las piernas para rallar queso, no podía ni hablar de lo que me reía, al final salí de la bañera y se dio el baño solo y luego me lo di yo, y aun a día de hoy me lo recuerda

-Mami, ¿te acuerdas cuando me pinchaste mucho la espalda?

Que yo porque se de que habla, pero cualquier persona que le escuche pensará que le hago acupuntura contra su voluntad o le uso de pincho moruno.
Ten hijos "pa" esto jajajajaja

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