miércoles, 20 de agosto de 2014

Cómo sobrevivir a un marido que te quiere: Cap 1

Cómo sobrevivir a un marido que te quiere: Capítulo 1 ó El camino que debe recorrer el vasisto del Yogur.

Una mañana cualquiera suena el despertador a las ocho de la mañana, dejas que vuelva a sonar un par de veces, es invierno y se esta tan bien acurrucada en la cama, envuelta en el edredón, cuando te sientes preparada, sacas un pie y buscas con el dedo gordo la zapatilla para no tocar el frío suelo tan temprano.

Sigues tu rutina, vas al baño, haces pipí, te lavas la cara, te miras en el espejo y piensas de todo, desde quien es esa desconocida ojerosa que me devuelve la mirada, o hoy tengo el guapo subido, o hoy puede ser un gran día prohibido joderlo, o simplemente no piensas en nada porque, aunque tu cuerpo está físicamente presente, tus neuronas siguen en la cama sobre la almohada. Te metes en la ducha, si tienes tiempo o eres de las que necesita una ducha para despejarte por las mañanas, o como decía mi madre, te lavas el sobaquillo para no ir cantando la Traviata, que en música es preciosa, pero en un cuerpo femenino no queda bien (y en uno masculino tampoco, todo hay que decirlo). Sigues con la rutina, te maquillas o no, según el día y los ánimos, peinarte (iba a decir o no, pero aquí es imperativo, el look león de la metro golwing mayer no esta aceptado socialmente, que mínimo que un cepillado), un poco de cremita, de la barata (que ahora han dicho que es de lo mejorcito y yo comprándola desde hace tiempo y sin saberlo...) y a vestirnos. Si eres de las mías, abrirás el armario y dirás... esto mismo... poniendo esmero sólo en procurar no combinar rayas con lunares y poco más, soy un poco cajón desastre, la cuestión es vestirse, por aquellas cosas de que el nudismo no está bien visto y además en invierno es contraproducente, diez de cada diez médicos recomiendas hacerlo par ano pillar una pneumonía y diez de cada diez policías también, para no tener que detenernos por escándalo púvico.

Vas a preparar el desayuno, en ese momento ya vas más despejada y te vas dando cuenta de lo que te vas cruzando por la casa, pero no lo suficiente como para sacarte de tu propósito, tienes toda una mañana de cosas por hacer por delante. Pero en ese momento lo ves, y es como una patada en toda la retina, un tatuaje ocular que duele:
El vasito de yogur del desayuno de tu marido esta ahí, tirado, con descuido, con la cucharilla sucia medio dentro medio fuera, manchando a su vez la encimera, con la tapa vuelta hacia abajo del lado de los restos, así que habrá quedado pegada y antes de ponerte a preparar tu propio desayuno, tienes que recogerlo, reciclarlo, hay que ser ecológicos, coger el estropajo y fregar la encimera, que ya puestos la limpias entera, ¿qué son dos minutos más, no? nosotras tenemos una maquina del tiempo que no compartimos con ellos, y lo que para ellos son un minuto de tiempo para nosotras es media hora...

Es entonces cuando te paras y te preguntas ¿Porqué? ¿Es que el recorrido de la encimera a la basura es más largo para él que para mi? ¿Es que se ha levantado con el tiempo tan pegado al culo que de verdad esos segundos le eran de vida o muerte? (añado de paso, que los dos segundos que se tarda en llevarlo a la basura para nosotras NO son dos segundos, ya son minutos, porque como habéis visto se han ensuciado cosas que del modo correcto no se habrían ensuciado y habríamos ahorrado tiempo y energía los dos... pero tampoco me voy a poner quisquillosa....).

Y decides hacer la prueba. ¡No le voy a decir nada, aunque me envenene por dentro, no le voy a decir lo del yogur (conversación que seguramente no fuera la primera vez que se mantuviera...), no me voy a enfadar, simplemente no lo voy a recoger, a ver que pasa!

¿Qué pasa? ¡¿QUÉ PASA?! Pues que al cuarto día ya no podemos más, al lado del primer vasito de yogur hay otros tantos, con sus respectivas cucharillas y sus respectivas tapas pegadas del revés y puede que incluso, dándose cuenta de la imposibilidad de seguir llenado la encimera con más vasitos, porque ya no le queda espacio, hay invadido también la mesa de la cocina.

Tú estás que te tiras de los pelos y él está tan satisfecho, contento de tener donde dejar sus vasitos, sabiendo, porque lo haces tú, que de algún modo y de forma mágica, algún día llegarán a la basura y desaparecerán, no está preocupado, no sabe la que se le viene encima esa noche cuando vuelva a casa y tenga el desafortunado tino de coincidir conmigo en el mismo espacio al mismo tiempo....

Lo mismo que os cuento con el yogur ocurre con un sin fin de cosas, y todas relacionadas con el desayuno, por lo visto es un extenso mundo de posibilidades las que nos ofrece y todas con idéntico resultado, o cedes y lo recoges o se puede acumular toda una vida y no hacen nada para evitarlo, a no ser que se llegue al extremo de no recoger el vaso del café o del cola cao, para los hombres amantes del chocolate más que de la cafeína, y que un día diga como de pasada, "no hay ni un sólo vaso limpio en toda la casa", quedarse extrañado y simplemente abrir el grifo y beber directamente de el o ¡¡aparecer con una caja nueva, todo contento, con seis vasos nuevos a estrenar en el interior, que acaba de comprar!!!Pero recoger el vaso y llevarlo a la pila, ya no digamos fregarlo, eso pertenece a la dimensión desconocida de otra mente no masculina.

2 comentarios:

  1. jajaja Sony eso debe pasarles a todos. Vasos, calzoncillos y ropa sucia (milagrosamente desaparece de el suelo de la habitación y aparece limpia y doblada dentro del armario y cajones), destornilladores, púas de guitarra.... y el concepto de "ya recojo yo la cocina hoy" es básicamente meter los platos en el lavavajillas y a veces con suerte fregar las ollas en el fregadero. Quitar migas, limpiar la encimera y la vitro... eso ya no es recoger la cocina. Ya no te digo barrer el suelo o pasar la fregona aunque sea escurrida. Jajajaja, me consuela no ser la única que va detrás de todos con el coche escobar ;)

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    1. jajajajajajajaa que nos vamos a contar.... pero tranquila... todo eso y mucho más en nuevas entradas próximamente, donde los podremos despellejar jajajajajaja mientras no me pida el divorcio... porque, la verdad... virgencita, virgencita que me quede como estoy! jajajajaja

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